miércoles, 20 de septiembre de 2017

El juguete

El problema de la contaminación lumínica no es ninguna novedad para los que nos dedicamos a mirar para arriba con prismáticos, telescopios o simplemente con los ojos. Curiosamente, al parecer, en estas latitudes andaluzas (dicen que) hay una ley de protección del cielo que todo-kiski se salta a la torera. Y si no, que se den una vueltecita por estos lares, y vean el despilfarro energético-luminoso más absurdo y grotesco de las dichosas torres ecijanas. Tan famosas, ellas. Tan anacrónicas, ya. El ayuntamiento, no escatima en focos y luminarias varias para alumbrar todo lo alumbrable, incluyendo focos dirigidos a ninguna-parte, salvo a cielo pelado. Parte de ese despilfarro energético-luminoso desciende a eso de media noche, pero hasta entonces...

Por suerte, vivo en una zona que no me llega muy directamente tanta iluminación. Así, tal y como ya apuntaba en otra entrada anterior, de este pasado verano, en el mejor de los casos, mido una magnitud límite de 19-y-algo-más en el cénit. Por contra, el cielo oscuro marca un dato SQM de 22. Puede parecer poca la diferencia, pero aquí las décimas importan, y mucho.

Con idea de medir de modo casi-permanente las variaciones de brillo del cielo, y por ende su (mala) calidad, me "agencié" un fotómetro "compatible" (low-cost) tipo TESS, pero que funciona perfectamente, y previamente calibrado con el stándard SQM. Se trata de un fotómetro de campo estrecho, especialmente diseñado para observatorio fijo, pero que en un momento dado es transportable al campo.


El propio Cristobal García (autor del artilugio) ha confeccionado el software que lo controla en Windows y una App para móviles Androide, con los que recoger los datos que genera y envía al ordenador/móvil por Bluetooth. La fuente de alimentación es una pequeña batería de 5 voltios de 4200 mAh que va más que sobrado para nutrirlo. De hecho, yo lo he usado ya varias noches a "ful-time" y la batería no se ha inmutado.


Además, dispone de un sensor de nubes y de temperatura.

Pues con este nuevo juguetito he estado ensayando estos días. Si bien el programa de Windows no es en absoluto difícil de usar, si me dio cierto dolor de cabeza hacerlo andar en Win10 (había que bajarse un driver que hasta ahora NO se aclaraba en el manual de uso). Pero ahora sí... ya funciona a las mil maravillas.

Realmente, los primeros datos que he obtenido en un par de noches pasadas no me dicen nada que ya no sospechara: a partir de las 12 de la noche, la magnitud SQM alcanzable mejora de modo ostensible. La primera noche, el máximo conseguido fue de 19,77 (bien pasada la media noche). La noche de ayer se quedó cerca: 19,66.



He marcado en las dos gráficas de brillo el salto en magnitud que se produce justo cuando se apagan las dichosas torres de las narices. Y si bien no consigo la magnitud 20, se araña cerca. Espero este otoño-invierno hacer algunas medidas en el campo. Igual lo estreno este viernes. Ya haré una entrada con los resultados.

En lo observacional, tras varios días sin abrir el observatorio (era feria en mi ciudad, y un servidor se quitó del medio) anoche regresé a mi querida supernova 2017eaw que ya anda muy de capa caída. Le mido una magnitud m = 15,21 CV. Mi amiga KIC también la observé anoche, así como el cometa C/2016M1, que no ha experimentado gran variación en su brillo desde la última vez que lo medí:

 

Ahora con el regreso a la rutina, el ritmo de observaciones decrece. Al menos hasta que entre más el invierno y anochezca pronto. Claro, que para entonces, empezarán las lluvias y los nublados. Falta hacen las primeras, desde luego.

Seguiremos informando.

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